Lo até todo para que las últimas cuatro fotos, determinantes en alma y espíritu, terminaran justo el mismo día en que empezó todo. Aunque en principio no tuve intención de ello y quise cerrar mi año con ellas, la verdad sea dicha: no tuve elección. Las cosas se han dado para que así sea y no tenga mejor manera de terminar que donde empecé. No ha podido salir más redondo, encaja a la perfección: tanto en días y fechas como en propósito y sentido. Nada se escapa. Y a estas alturas del camino, puedo decir que esa ‘curiosa redondez’ no me sorprende en absoluto: me ha venido acompañando durante las 44 semanas. Y esto’, precisamente ‘esto’, es lo que presenta a la primera de mi última tanda: la 41.
Incluida como una de ellas, mi 41 es el punto clave por el que todas y cada una de las fotos ha cobrado vida. Durante todo este tiempo he sentido que alguien me ha ido llevando de la mano. (De manera literal y no metafórica). Y aunque a efectos físicos y prácticos me delato como autora, fotógrafa y escritora… sé que el creador viene de lejos, de más allá de mis manos, mi mente y mis ideas.
que estás conmigo. Que lo estás con todos. Que aunque hagamos oídos sordos nos hablas
a todas horas, nos cuidas, nos guías y nos amas con todo tu ser. Que no hay errores, todo es
a propósito, perfecto, aunque no lo entendamos. Que no hay final como tampoco hubo principio.
Que no hay cosas buenas o malas, que todo simplemente es. Que no hay nada que aprender, que
ya lo sabemos todo y que sólo debemos RECORDAR quiénes somos. Que no hay absolutamente
nada que temer y sí mucho por disfrutar. Que no hay nada más grande que tú.
Y que para mí TÚ lo llenas TODO.